¿Ya conoces la Casa de la Bola? El museo más elegante de la CDMX
- Celeste Villalobos
- 12 abr
- 2 Min. de lectura
Enclavado en uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de México, el Museo Casa de la Bola es un verdadero tesoro histórico. Esta casona del siglo XVII, ubicada en el tradicional barrio de Tacubaya, ofrece un viaje en el tiempo a través de su arquitectura virreinal, sus jardines románticos y su valiosa colección de arte decorativo. Un lugar que preserva la memoria de las élites mexicanas de otros siglos y la comparte con quienes cruzan sus puertas.
Construida en el siglo XVII, la Casa de la Bola formó parte de la antigua Villa de San José de Tacubaya, zona que servía como refugio campestre para las familias acomodadas de la Nueva España. A lo largo del tiempo, fue modificada por diversos propietarios, lo que le otorgó su estilo ecléctico actual.
En 1942, fue adquirida por Antonio Haghenbeck y de la Lama, empresario, coleccionista y filántropo, quien la restauró con esmero para devolverle su esplendor original. Su visión fue clara: preservar el patrimonio histórico y artístico de México. Tras su muerte, y en cumplimiento de su voluntad, el inmueble fue convertido en museo y quedó bajo resguardo de la Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama I.A.P.
El museo resguarda una de las colecciones de arte decorativo más exquisitas de México, con piezas que datan de los siglos XVI al XIX. Entre sus tesoros se encuentran:
Muebles europeos y virreinales.
Porcelanas finas de manufactura china, francesa e inglesa.
Relojes antiguos de elaborada mecánica.
Textiles históricos y tapices.
Esculturas, candiles, y objetos ornamentales de gran refinamiento.
Cada sala de la casa está ambientada con fidelidad, recreando los espacios tal como se habrían visto hace siglos. Así, cada rincón se convierte en una cápsula del tiempo, permitiendo al visitante experimentar el estilo de vida de las clases altas mexicanas en distintas épocas.
La estructura del edificio conserva los rasgos clásicos de las casas virreinales: muros anchos, techos altos, un patio central con duela de madera y corredores sostenidos por columnas de cantera.
Uno de los elementos más encantadores del museo es su jardín de estilo romántico europeo, diseñado por el propio Haghenbeck. Pasear por sus andadores empedrados entre fuentes, esculturas y árboles centenarios, es una experiencia de paz y belleza. También pueden observarse antiguos estanques y restos de canales coloniales de barro, elementos que resaltan el valor histórico del sitio.