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Leyenda de la mujer que se convirtió en piedra por renegar de su manda

La historia ocurrió el 30 de enero de 1903, en algún punto del largo camino entre Nuevo León y San Juan de los Lagos, Jalisco. Doña Eugenia Chávez, una mujer de carácter fuerte, había hecho una manda a la Virgen de San Juan al recobrar la salud después de una grave enfermedad. En señal de agradecimiento, prometió peregrinar descalza hasta el santuario de la Virgen.

Sin embargo, desde los primeros pasos del viaje, comenzaron las quejas. Eugenia se lamentaba del dolor, del polvo, del calor. Su madre, su esposo y su hijo pequeño trataban de calmarla, recordándole que cumplir una manda era un acto de fe y devoción. Pero a cada kilómetro, su fastidio aumentaba.


Cuando estaban a punto de llegar, ya en tierras jaliscienses, Eugenia se detuvo bajo un árbol. Respirando con dificultad, se apoyó en el tronco y gritó con furia:

¡Valía más no haber prometido esta malditísima manda que tanto me ha hecho padecer! ¡Estoy arrepentida mil y mil veces de ella!


Y entonces, el cielo rugió. Un trueno sacudió la tierra, el aire se volvió espeso y, frente a los ojos de su familia, Eugenia quedó convertida en piedra, de pie, con los labios aún crispados por la rabia.


Lo único que quedó normal en ella fue el cuello y la cabeza; el resto de su cuerpo se volvió roca. Su esposo y su madre lloraron desconsolados. Nadie entendía cómo el castigo divino había llegado tan rápido y tan severo.

Desde aquel día, quienes hacen el recorrido a San Juan de los Lagos dicen que pueden ver su silueta al borde del camino: una mujer quieta, pétrea, con la mirada perdida en el horizonte… como recordatorio de que las promesas hechas con fe, no deben romperse jamás.

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