La historia de la diosa del maguey "Mayahuel"
- Celeste Villalobos
- 21 ene
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La mitología mexica está impregnada de relatos que entretejen la naturaleza con lo divino. Entre estas narraciones sobresale la historia de Mayáhuel, la diosa del maguey, quien representa la fertilidad, la vida y el vínculo sagrado entre los humanos y la tierra. Este relato no solo exalta la importancia de la naturaleza en la cosmovisión indígena, sino que también destaca valores universales como el sacrificio y la transformación para el bienestar colectivo.
Según la leyenda, Mayáhuel era una hermosa diosa que habitaba el cielo, bajo la protección de su abuela, Tzitzimitl, una temida entidad asociada con las estrellas y la oscuridad. Sin embargo, el destino de Mayáhuel cambiaría drásticamente cuando Quetzalcóatl, el dios de la sabiduría y la vida, se enamoró de ella. Este amor fue más que un sentimiento, ya que simbolizaba la unión entre el cielo y la tierra, un acto destinado a beneficiar a la humanidad.
Guiados por su amor, Mayáhuel y Quetzalcóatl descendieron al mundo terrenal, pero su felicidad fue efímera. Tzitzimitl, enfurecida por la desobediencia de su nieta, los persiguió con furia. Para protegerse, los amantes se transformaron en una planta con dos ramas, buscando confundir a la diosa estelar. No obstante, la abuela descubrió el escondite y, en un acto de venganza, destruyó a Mayáhuel. Solo quedó su esencia, que Quetzalcóatl, lleno de tristeza y amor, enterró en la tierra.
De esta unión entre el sacrificio de Mayáhuel y la tierra nació el maguey, una planta sagrada para los mexicas. Este regalo divino simbolizaba la generosidad y el sacrificio de la diosa, ya que de él se extraían múltiples recursos esenciales para la vida cotidiana: fibras para vestimenta, hojas para techos, espinas para rituales y aguamiel, una bebida que más tarde daría origen al pulque.
La historia de Mayáhuel no es solo un relato de amor trágico, sino también una reflexión sobre la capacidad de transformación y regeneración que posee la naturaleza. Su sacrificio no fue en vano, pues el maguey se convirtió en una fuente de vida y sustento para los pueblos originarios de Mesoamérica, demostrando que de la pérdida y el dolor pueden surgir abundancia y prosperidad.