Casa de los azulejos México
- Celeste Villalobos
- 14 ene
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La Casa de los Azulejos, ubicada en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, es un emblema arquitectónico cuya historia combina arte, poder y transformación. Construida en el siglo XVIII como residencia para la familia conde del Valle de Orizaba, destaca por su icónica fachada de azulejos de talavera poblana, un símbolo de lujo y distinción en la época virreinal.
Según una popular leyenda, su peculiar diseño surgió como un acto de desafío. Se dice que el padre del joven heredero de la familia aseguró que este jamás lograría hacer algo significativo con su vida. En respuesta, el joven mandó construir la casa y revestirla con los costosos azulejos importados desde Puebla, transformando su obra en una declaración de orgullo, riqueza y resiliencia. Más allá de su simbolismo, el uso de los azulejos también tenía una función práctica: mantener la frescura del interior, un detalle que combina estética y utilidad.
Arquitectónicamente, la Casa de los Azulejos es una joya del barroco novohispano, que mezcla influencias europeas y mexicanas en cada detalle de su diseño. Este edificio no solo refleja el esplendor de la época colonial, sino que también es un testimonio de cómo los espacios pueden evolucionar junto con la historia. Durante el siglo XIX, fue un punto de encuentro para eventos sociales y políticos de relevancia, consolidando su papel como un lugar clave en la vida cultural de la ciudad.
En el siglo XX, la casa experimentó una nueva transformación cuando fue adquirida por los hermanos Sanborn, quienes la convirtieron en uno de los primeros restaurantes de su cadena. Este cambio no solo preservó su estructura histórica, sino que la revitalizó como un espacio donde arte, gastronomía y tradición convergen. Hoy, sigue siendo un punto de referencia cultural y turístico.